jueves, 17 de diciembre de 2015

Hidratación

El agua es el componente principal de los seres vivos. Es más, sólo es posible sobrevivir unos pocos días sin agua. Al nacer, los humanos tenemos el 75% del cuerpo formado por agua, y un 60% en la edad adulta. De este agua que tenemos, el 60% se encuentra en el interior de las células y es llamada agua intercelular. el resto es agua extracelular y circula en la sangre y baña los tejidos.
Este elemento es muy importante, ya que en él ocurren las reacciones que nos mantienen vivos.  Esto es así porque las enzimas  necesitan un medio acuoso para que su estructura tridimensional adopte una forma activa. Por medio del agua, se comunican las células de nuestros órganos, se transporta el oxígeno y los nutrientes a los tejidos, se retiran los residuos y productos de deshecho del metabolismo celular. Además, gracias a la alta capacidad de evaporación, el agua nos permite regular nuestra temperatura, sudando o perdiéndola por las mucosas.
En las reacciones de combustión de los nutrientes, se producen pequeñas cantidades de agua. El agua producida en la respiración celular se llama agua metabólica. En los seres humanos, la producción de este agua con una dieta normal no pasa de los 0.3 litros al día.


Consumir una cantidad suficiente de agua cada día es imprescindible para el correcto funcionamiento de los procesos de asimilación y para la eliminación de residuos del metabolismo celular. La necesidad de agua al día es de, como mínimo, unos tres litros. De estos tres litros, la mitad se obtienen bebiendo y la otra mitad de los alimentos. Estas necesidades se pueden ver aumentadas en diferentes etapas o situaciones de la vida.


También hay que tener en cuenta ciertas recomendaciones sobre el consumo de agua. Si se consume en grandes cantidades durante o después de las comidas, se disminuye el grado de acidez en el estómago (esto es porque se diluyen los jugos gástricos). Esto puede provocar que las enzimas necesiten un grado de acidez determinado para actuar, queden inactivas y la digestión se ralentice. Las enzimas que siguen actuando a pesar del descenso de acidez, pierden eficacia al quedar diluidas. La digestión puede ralentizarse aún más si las bebidas que se toman durante las comidas están más frías y hacen que la temperatura del estómago disminuye.
Se debe beber en los intervalos entre comidas, dos horas después de la comida y media hora antes de la siguiente. Además está recomendado beber uno o dos vasos de agua al levantarse, para conseguir activar los mecanismos de limpieza del organismo y una buena hidratación.
Es preferible consumir agua mineral, de un manantial o fuente de confianza antes que la del grifo. Muchos compuestos químicos son añadidos a las redes públicas de distribución de agua que pueden resultar peligrosos incluso en las dosis utilizadas por la sanidad pública, a pesar de que evitan la contaminación microbiológica. También es malo para el organismo el plomo que se disuelve de las tuberías, y otros elementos altamente tóxicos como mercurio, nitratos o cadmio, provenientes de los pesticidas agrícolas.



Durante la actividad física, las necesidades de agua pueden aumentar rápidamente, por eso, se recomienda aumentar el consumo de agua durante y después de realizar ejercicio, para reponer el agua que perdemos sudando.
Para los niños que realizan actividad física regularmente, basta con que consuman agua suficiente como para reponer la perdida durante el ejercicio.
El Instituto de Medicina  estadounidense publicó en un informe unos hábitos saludables para niños y adolescentes en el colegio. Alguna de las recomendaciones eran restringir la ingesta de azúcares, fomentar el agua gratuita para los estudiantes, promover el consumo de agua sin sabores, aditivos o carbonatada, limitar el consumo de bebidas isotónicas...


Fuentes:


http://letizb.blogspot.com.es/2015/12/atp-fatiga-e-hidratacion.html (de donde he sacado una de las fotos que mi compañera ha utilizado)

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